EL ARTE DE ESCAQUEARSE
EL ARTE DE ESCAQUEARSE
En el año 98 no sabía qué coño hacer con mi vida. Sólo quería pasármelo bien. Trabajaba por las mañanas en una frutería en cuyo almacén lucía un enorme retrato autografiado de Jordi Pujol acompañado de inmumerables estampitas del Barça celebrando títulos. Me pagaban miserablemente y en negro, algo a lo que me acostumbré rápido en toda la serie de trabajos que tuve después y en seguida deduje que si producía más, más me pedían por el mismo precio, así que me especialicé en el arte del escaqueo. Después iba a la autoescuela y cuando salía de aquel coñazo infernal iba al instituto, al nocturno, porque del diurno me echaron. Sacaba buenas notas pero en lo que me salía de los huevos, a las otras clases ni iba. Aprobé la selectividad sin estudiar, para sacar un cinco no hacía falta mucho pero saqué un seis, mira tú por donde. Y me dije, qué coño hago yo ahora. Me presenté a un concurso literario con un cuento en catalán que todavía conservo. Lo gané. Uno del jurado me paró y me preguntó: ¿tú has escrito eso? Le dije que sí y agregó: “tienes que estudiar cine, guión o algo relacionado”. En el año 99 me puse a estudiar cine. Me cago en su puta madre. Si lo llego a saber sigo en la frutería.
