LA PEONZA

LA PEONZA

 

Rueda una peonza de plástico sobre la mesa de un bar y la queja sigue como un soniquete machacón.

–Dos niños me dejó y se fue con otro, la muy hija de la gran puta. No reventara. Dios, cómo la maldigo. Dos niños. Le deseo todo lo peor, todo. Si hay Dios en el cielo no tendrá castigo suficiente para darle, no. Dos niños. Me está chupando la sangre, es una vampiresa, lo quiere todo y más y más y más. ¿El apartamento? Toma el apartamento. ¿Las llaves del coche? Toma las llaves del coche. ¿La custodia? Toma la custodia. Dos niños, sí. Dos niños que cuido yo. Dos niños que gracias al cielo no les falta de nada porque su abuela está aquí. Si fuera por ella.. ¡Ay, si fuera por ella! Se morían de hambre y mi hijo también por tontorrón. Como pudo ser tan idiota como para no darse cuenta. Todo el barrio sabía que estaba con el morito. La debe tener grande el morito o la otra la debe chupar muy bien. Además, vigilante de un parking. Mi hijo es ingeniero. Se va con un vigilante de parking. Desgraciada. Ahora se la debe estar chupando en el apartamento, la muy zorra. Y yo con sus niños que no sé si de verdad son mis nietos.

Apura la cerveza y pide otra. Un niño muy morenito duerme en el carrito. El otro mira la peonza rodar sobre la barra.

–¿Sabes una cosa? Me dejé todos mis ahorros en reformar ese apartamento. Es que la señorita es especial, ¿sabes? ¿Pues no hizo que tiraran todas las paredes porque decía que le molestaban?

–¿Eso no fue idea de tu hijo?– pregunta la dueña del local.

–Sí, –contesta la abuela– pero lo pagué yo.

–Porque quisiste.

–Sí, porque quise. Por mis niños lo que haga falta.

–Sí, por tus niños, cariño, por tus niños– Zanja la dueña.

La peonza pierde inercia. Y deja de rodar.

Post by admin_ivan

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *