LA ESTUPIDEZ SE VISTE DE LILA

EL DECÁLOGO DE LA VERGÜENZA AJENA

 

Queridos visitantes de mi blog, guionistas, directores, productores y demás, sé perfectamente que con el título de este artículo ya me he ganado la animadversión de mucha gente. Es más, muchos ni van a terminar de leerlo y se quedarán ahí, en el título. Me parece fantástico, cada uno puede hacer lo que quiera con su pensamiento único que para eso es único, para no dejar pasar ningún otro.

Si por un casual queda algún lector medianamente crítico le invito a pasar y a reflexionar conmigo acerca de algo banal, que en realidad no tiene demasiada importancia pero que, en lo que a mí respecta como guionista y director, tiene cierta relevancia.

Ayer me vino un correo electrónico con las últimas convocatorias para escritores y creadores audiovisuales. Me viene cada mes y, aunque nunca participe en ninguno de dichos concursos y/o convocatorias de cursos y masters milagrosos de guion, me gusta verlos y estar un poco al día de todo. En realidad no ha cambiado gran cosa desde que me dedico a esto, siempre ha existido un afán por premiar algunos contenidos en detrimento de otros.

Los que tienen cierto recorrido recordarán que a finales de los años noventa y principios de este siglo los temas estrella para obtener subvenciones y financiación eran la inmigración, las bondades de la globalización y la violencia de género. Vale decir que este último estaba despuntando en aquel momento y no llegaba a los delirios actuales.

Personalmente nunca he estado a favor de la monitorización de la libertad artística en pos de una verdad prefabricada. Existen concursos literarios en los que sólo pueden participar mujeres. También otros en los que te imponen el tema. No obstante, eso siempre ha sido así. Y siempre lo he asumido.

Pero lo sorprendente y lo que me ha empujado a escribir este artículo, fue lo que recibí en ese correo. Algo que parecía de lo más rutinario, marcó la diferencia, un enlace directo a CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales de España). El titular ya era de farmacia de guardia: “El decálogo para no ser sexista en tu guion”.

La primera pregunta que me vino a la cabeza fue, ¿necesito que alguien me diga qué y cómo tengo que escribir?

El decálogo de esta asociación consiste en diez pautas que sirvan a educadores, madres y padres especialmente y que funcione como guía para las instituciones y organismos interesados. Evidentemente también para los creadores.

 

 

Como podéis ver en el panfleto, cada punto está encabezado con un título tan ridículo como obvio. No merece demasiada explicación porque es tan pueril y a la vez tan tendencioso que cae sobre su propio peso.

Los creadores de historias no tenemos que someternos a más normas que a las mismas normas de las historias a las que nos enfrentamos. Con eso tenemos bastante. Y si además, sobre todo en el audiovisual, hay miles de intereses que continuamente exigen cambios y revisiones en tu trabajo, bastante tenemos ya con eso como para enfrentarnos a reglas moralistas y bienpensantes.

El mundo del arte debería ser, por definición, el oficio más libre de entre todos los oficios. A menudo se confunde libertad de pensamiento con libertad de expresión. Tengo que asumir que un grupo de mujeres se asocien y expresen esta estupidez en total libertad. Pero no puedo quejarme de que dicha expresión libre trate de modificar mi pensamiento, que es lo más sagrado que tengo y que tiene cualquier ser humano independientemente de si es mujer, hombre u ornitorrinco. Mujeres de CIMA, yo puedo pensar lo que me dé la gana, como comprenderéis.

Ya sé que las mujeres no sólo son cuerpos, no hace falta que me lo pongáis en un manifiesto con dibujitos como si fuera gilipollas. ¿De verdad creéis, mujeres de CIMA, que es necesario tratar a los creadores de eunucos mentales? Cualquiera medianamente inteligente que lea este decálogo se puede dar cuenta de que subyace en él un mensaje tendencioso que dibuja una realidad prefabricada.

Ponerle barreras al monte no hace que las historias sean mejores. El paso del tiempo ha demostrado que el arte con normas e imposiciones morales y/o ideológicas no ha servido más que para confrontar y generar rebaños de pseudoartistas mantenidos. Por ejemplo, el realismo socialista o la moralidad ultraortodoxa del lobby judío de Hollywood con su sibilina censura.

Queridas mujeres de CIMA, con todos mis respetos, no convirtáis el arte de contar historias en algo lleno de normas. Sé perfectamente que os gustaría ver más historias que respetaran ese decálogo infantiloide. Pues bien, escribidlas pero no perdáis el tiempo en tonterías como esta. El movimiento se demuestra andando y no señalando con el dedo.

Por mi parte, jamás traicionaré a un personaje sexista por el hecho de ser políticamente incorrecto. Si en cualquier historia que haya creado o esté creando tiene que aparecer un personaje sexista u homófobo, lo haré por el bien de la historia. ¿Significa eso que yo sea sexista? En absoluto. Pero vuestras imposiciones suelen acabar en esa peligrosa dicotomía. Por esa regla de tres podría tacharos de aplicar la censura o de estar al borde de la misma.

Entiendo que existe un problema de violencia por parte del varón hacia la mujer en la sociedad. Pero no por ello se tiene que pensar en que todos los hombres se comportan de forma violenta. Si para mitigar o erradicar ese problema se tiene que aplicar la discriminación positiva (concepto aberrante por sí solo), ¿en qué clase de artistas os estáis convirtiendo? Y, lo más paradójico de todo, ¿en qué clase de artistas queréis convertirnos?

Una historia no es ni mejor ni peor porque la haya escrito una mujer, un hombre o un mono o mona de Gibraltar y creo que esta es la frase más cierta de todo este artículo. Entonces, ¿por qué se tiene que establecer una paridad de sexos a la hora de recibir ayudas gubernamentales? ¿Acaso no es eso discriminación positiva? ¿Dónde radica la valoración de la historia en sí misma? ¿Dónde está el mérito? Si tener un coño entre las piernas te sitúa en ventaja (suma puntos a la hora de la evaluación), ¿qué valor tiene tu proyecto?

Si escribiera una historia acerca de una mujer sexista, ególatra, violenta y manipuladora, ¿sería mejor o peor que si fuera un hombre? La cosmovisión de una historia depende de la misma cosmovisión de los personajes que creas para ella. A no ser que hagas documental y busques a ese personaje en la vida real. Tanto los hombres como las mujeres también somos animales violentos. Edulcorarlos en función del sexo es pobre, mediocre y tendencioso. Genera, voluntaria o involuntariamente, una confrontación innecesaria. Es más, vuelve a unos monstruos y a otras hermanitas de la caridad o heroínas más allá del bien y del mal. ¿Es eso real? No, queridas colegas de CIMA, eso es un constructo, una realidad prefabricada.

Tengo colegas directoras, guionistas y buenas dramaturgas. Seguro que hay alguna que incluso forma parte de vuestra agrupación. Yo siempre defenderé a ultranza el derecho a la libre asociación, incluso puedo tolerar vuestra lucha aunque no la comparta. Cada uno se asocia con quien quiera y en función a lo que quiera, faltaría más. Pero lo que me resulta imposible tolerar es que tratéis de decirme cómo tengo que escribir una historia. Eso es una manera, al fin y al cabo, de decirme cómo tengo que pensar y ese derecho, queridas, es mucho más respetable.

Sé que este decálogo no es más que una sugerencia y no se trata de una imposición, pero tal cual está presentado parece que el que tiene que recibir el mensaje es tontito o le falta un hervor. Con estos planteamientos hay creadores y creadoras que llevando por bandera la ética y la moral obtiene subvenciones y se atreve a decir que piensas bien o mal en función a ellas. Esto deriva irremediablemente a la peor censura de todas, la autocensura. Si quieres formar parte de los nuestros tienes que escribir esto que te estamos sugiriendo. Si profundizamos más, la deriva nos lleva a la incapacidad de disociar al artista con su obra y al posterior linchamiento del autor en sí. Sin ser conscientes (la ideología y la moral ciegan), de que por dicha regla de tres, no podríamos apreciar una avasalladora cantidad de obras.

No es difícil de explicar, lo difícil es tratar de analizar las razones que nos están llevando a estos dislates. Yo, por mi parte, seguiré disfrutando de Picasso, de Céline y de las canciones de Sabina que seguro que no pasan vuestra criba.

 

“Si es una directora que es un truño y hace un mojón de película, pues no le deis dinero sólo porque sea mujer, eso es lo que yo no entiendo y por eso no quiero participar en ningún rollo de estos del movimiento feminista.” Candela Peña

 

Y con estas palabras de Candela Peña me despido. Al final, como por accidente, me salió una carta abierta. Que cada uno piense lo que quiera pero que no trate de imponer su pensamiento a los demás.

Seguid creando, queridos y queridas, por el bien de la humanidad.

 

 

 

Post by admin_ivan

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