ESTRELLA CHIQUITITA

ESTRELLA CHIQUITITA

Julio es un mes poco propicio para que surjan encargos, mucho menos agosto. Los periodos vacacionales son la pesadilla de los guionistas, los proyectos se paran, la gente desconecta y normalmente no tienes otra opción que la de desconectar o bien seguir con tus proyectos personales, esos que no te paga nadie y casi con toda seguridad acabarán en un cajón. Pero este año, en mi caso, fue diferente. Si me permitís un consejo, no escribáis guiones si nadie os los pide o no vais a poder rodar. Es una pérdida de tiempo.

El guion es una herramienta de trabajo. Que haya una minoría de guionistas que logran editar sus guiones empaquetados en formato libro no significa que tengan valor literario. Nadie te va a publicar un guion por muy bien escrito que esté y el motivo es bien sencillo: a ningún lector medio le va a interesar leer 120 páginas escritas en presente de indicativo con una serie de imágenes que ilustran palabras, diálogos y acotaciones.

No pongo en duda ni discuto a estas alturas la importancia de un buen libreto pero también se han filmado muchas películas sin guion (me refiero a guion clásico) y el resultado siempre es el mismo: buenas y/o malas películas.

Escribir un guion lleva mucho trabajo y estar un año escribiendo y reescribiendo un largometraje que no se va a rodar o un corto que, con suerte, lo puedes llevar a algún concurso y ganar algo, es (insisto) una pérdida de tiempo. El guion es literatura aséptica, transmite poco si no está cinematografiado. Y alguno (si es que lo entiendes entre faltas de ortografía y barrabasadas ególatras), más bien nada. Es por eso que a alguien que verdaderamente le gusta escribir, el guion se le queda corto.

A lo largo de toda mi carrera he tenido muchas propuestas y pocos encargos. Las propuestas son todos aquellos trabajos gratis a cambio de promesas, títulos de crédito, premios, proyección profesional, todo eso,  y los encargos son los al fin y al cabo te llenan la nevera, que es de lo que se trata; creo que hace tiempo que se demostró que el aire no alimenta aunque pudiera ser que venga un loco experto en marqueting y lo venda al vacío (tiene guasa la cosa) como suplemento nutricional. Tiempo al tiempo.

Vale decir que con las propuestas ganas experiencia, te fogueas y pules tu técnica a base de ensayos y errores. No obstante, llega un momento en el que tienes que decir basta y plantar tus honorarios sobre la mesa sin ningún tipo de pudor.

Durante este verano y retomando la presentación del artículo, me encargaron un guion de cortometraje. Fue a través de Facebook, esa red social en la que escupo mis escritos con mucha frecuencia. Mi querida Fina de la Torre, actriz y cineasta, quería rodar una nueva historia y contó conmigo para el proceso. Pues bien, fue una experiencia creativa maravillosa. No me había sentido tan libre trabajando desde mi último encargo con Mark John Ostrowski, un largometraje titulado Querida Encina, del que espero recibir noticias buenas algún día. Con Mark pasó algo parecido y también fue por Facebook. ¿Casualidades?

Si bien Ostrowski tiene una carrera dilatada dentro del cine experimental, Fina está empezando, como quien dice, y tiene un empuje y una determinación asombrosa. Yo llevo un montón de años haciendo cortos, teatro, documentales… También tengo un bagaje (modestia aparte), pero no tengo esa determinación que tenía con veinte años. Igual pensaréis que lo de Fina es propio de una persona que empieza pero lo sorprendente es que pasa de los sesenta y tiene muchas cosas que decir, mucha vida, mucha experiencia y muy buen gusto, eso que se educa y que cuesta ver.

Cuando muchas “niñas” (permitidme la expresión de abuelo cebolleta) recién salidas de la ESCAC o de la Pompeu o de la ECAM, abogan por unirse a asociaciones feministas (más concretamente de esas post-modernas preocupadas por causas como la paridad de sexos en las señales de tráfico, por ejemplo) para así acceder a ayudas y subvenciones y desarrollar sus proyectos, Fina se produce sus propios trabajos. Además es mujer y no necesita decirlo a los cuatro vientos porque lo es y tiene lo mismo de especial que ser un hombre. Ni más ni menos.

Es bien fácil reconocer a los artistas puros de los puros negociantes. Los primeros cuentan su historia y después piden el precio de la entrada, los segundos piden el precio de la entrada antes de contar su historia. (Los que saben lo que es un show en vivo me entenderán perfectamente). Y Fina es de los primeros, no tengo la menor duda, tiene esa locura creativa, esa pulsión, esa necesidad. Es posible que eso haya sido nuestro lazo de unión, puede que toda esa locura, la suya y la mía, se haya amalgamado en un proceso que va mucho más allá de un cortometraje. Lo cierto es que la historia, que empezará a rodarse el mes de enero, no tiene nada que ver con nada, es un ejercicio audiovisual que no os dejará indiferentes.

Mucha suerte desde aquí, Fina. Decía Camarón que tenía una estrella chiquitita pero firme. Y tú la tienes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Post by admin_ivan

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