CAGADOS DE MIEDO

CAGADOS DE MIEDO

 

 

Mi primera obra de larga duración, Urna 321 (https://ivanvaro.com/cia-les-maniquis/urna-321-2/), fue escrita y dirigida íntegramente en catalán. Se estrenó el 22 de enero de 2010 en el auditorio de la Farinera del Clot y acudieron 130 personas. Lleno absoluto. Todo un éxito suponiendo que no tuvimos apenas promoción, que nadie del elenco era conocido por salir en TV3 o en alguna película comercial y yo, como dramaturgo, no era más que un desconocido que acababa de empezar (había hecho cortos y guiones de cine).

Durante toda la estancia allí –que fue dilatada porque estuvimos en residencia– nos trataron muy bien, nos asesoraron y nos llevaron en volandas. En aquel momento recuerdo que incluso hice una propuesta de performance a Comediants que al final se desestimó. Cía. Les Maniquís (https://ivanvaro.com/cia-les-maniquis/), había empezado con muy buen pie, sin duda. El éxito vendría, sólo era cuestión de seguir.

Pero el recorrido de Urna 321 fue corto. Ante la imposibilidad de que teatros de cierta envergadura se fijaran en nuestro trabajo  y, sobre todo, ante la inminente crisis económica que se avecinaba, tuvimos que aparcar la obra. La mitad del elenco se marchó del país para ganarse la vida y tuvimos que reestructurar la compañía.

Para la siguiente aventura tenía dos textos, ¡Oh, Itimad, Itimad! (https://ivanvaro.com/cia-les-maniquis/oh-itimad-itimad/), que seguía la estela de Urna 321 y Rebelión en los Cubos, una obra de teatro infantil que trataba de concienciar a los niños de la importancia de una buena alimentación, sana y saludable. Ambos textos eran en castellano. Quería trabajar en mi idioma materno. No por nada en especial, si no por naturalidad. Lo más normal en un autor es que se exprese en su idioma y lo que menos me esperaba era el rechazo de La Farinera del Clot por ese mismo motivo. Así pues, nos quedamos sin residencia para el siguiente montaje.

No obstante, no me iba a arrugar por eso –llevo más de veinte años en la profesión–, así que me negué a traducir los textos y nos pusimos manos a la obra en la búsqueda de un lugar de ensayo que viniera bien al elenco en cuestiones de ubicación. Fue imposible. O pagábamos hora de ensayo en los centros cívicos del centro o teníamos que marcharnos lejos. Así que fuimos a parar al Centre Civic Bon Pastor para iniciar el plan de ensayos de ¡Oh, Itimad, Itimad!, la segunda y definitiva entrega del díptico de ciencia-ficción Des-Propósitos Espaciales.

Como veis, nos lo pusieron bastante difícil, casi imposible suponiendo que era una obra de cinco personajes y mucha escenografía. Además, teníamos un presupuesto bastante reducido. Pero, a pesar de todo, estrenamos la obra en el mes de mayo de 2011 en La Riereta Teatre. El desgaste fue tremendo, el barrio de Bon Pastor estaba demasiado lejos y parte del elenco se marchó a mitad de proyecto. Si a eso le sumamos el desplazamiento de la escenografía, alquiler de furgoneta y combustible, la resta entre inversión y beneficios se acercaba peligrosamente a los números rojos.

Todo llevaba a la idea de que ¡Oh, Itimad, Itimad! iba a tener poco recorrido. Y así fue. Sin embargo, tuvimos la oportunidad de participar en la Mostra de Teatre de ese año, en el Teatre del Raval, que fue el teatro céntrico con más caché que pisamos. Después estuvimos en el Ateneu Popular de Nou Barris, en la periferia, y encima coincidió con que el Barça ganó no sé qué. En definitiva, un desastre.

Justo antes de iniciar los ensayos de ¡Oh, Itimad, Itimad! estuve en el Obrador de la Sala Beckett porque sentía la necesidad de profundizar en la dirección de escena y más si el curso lo impartía el maestro Neil LaBute. Una vez tuve la obra lista recurrí a la Beckett pero me denegó el espacio, ni tan siquiera para hacer un pase a programadores (me consta que estaba programado). A su negativa se sumó el Tantarantana, la Nau Ivanow y muchas salas más. ¿Por qué? Desconozco los motivos pero, a juzgar por la crítica la obra no estaba nada mal.

Puede que los procedimientos para acceder a teatros de caché de la ciudad condal estén destinados a aquellos autores que han pasado por el filtro institucional, llámese Institut del Teatre, televisión catalana y/o productoras afines (Zoopa, Minoría Absoluta, Focus, El Terrat…) o que el producto ofrecido fuera de lo más underground. Pero no es mi intención hacer teatro para mí, lo hago para todo el mundo.

El hecho de que la obra estuviera en castellano pudo afectar en la decisión de los programadores y mucho más cuando el autor es catalán, pero no creo que fuera una cuestión definitiva. No obstante, todo suma y creo que se dio el caldo de cultivo perfecto para generar un halo de indiferencia en torno a nuestro trabajo, del que siempre he tenido la certeza de que tiene la calidad suficiente como para poder llegar a más público.

Creyendo haber aprendido la lección, volvimos al cabo de tres años con otro espectáculo, Marisex, un monòleg cruel, el show más económico que hemos levantado hasta ahora. No quería pillarme los dedos con los números, buscaba el mayor beneficio posible con la menor inversión. El teatro es caprichoso si no tienes una buena estrategia de producción detrás y los experimentos, mejor con gaseosa.

Con un plan de gastos ajustadísimo y un texto impecable y perturbador, nos decidimos por una versión bilingüe catalán-castellano buscando plasmar la realidad de lo que se vive en la calle y también (¿por qué no decirlo?) tener más posibilidades de ser programados. Pero tampoco es que se nos abrieran las puertas de los teatros que potencialmente se ajustan a las características de nuestros montajes. Así que tuvimos que improvisar.

A pesar de todo, Marisex tuvo más de ochenta representaciones y fuimos seleccionados en el Festival Primavera Escènica de Sant Feliu de Ll. También estuvimos amenizando las noches del jardín erótico del MEB (Museu de l’Eròtica de Barcelona). El show funcionaba y los espectadores salían satisfechos del teatro. Entonces –y vuelvo a la misma pregunta–, ¿por qué esa indiferencia a la hora de colocar nuestras obras en el lugar que se merecen?

La cuestión idiomática en Catalunya se usa como soporte de exclusividad en la industria cultural, ayuda de forma solapada a entrar en ese círculo de promoción e institución, es un club. No es el idioma en el que expreses tus creaciones artísticas lo que genera éxito o no, es la red clientelar, los gestores y técnicos de cultura de los ayuntamientos, el famoseo, la vanidad, tu apellido, tu tendencia política… Todo eso es lo que suma y no la calidad de la obra que ofrezcas al público.

Pocos dramaturgos catalanes tienen apellidos que no sean catalanes y da la sensación de que los castellanohablantes no estamos destinados a formar parte de la cultura catalana siendo igual de catalanes que ellos, exactamente igual, porque en la diferencia y en el mestizaje radica el éxito de una cultura, tenga o no tenga Estado propio.

Evidentemente no van a decirlo abiertamente pero sigue existiendo un sesgo considerable, un clasismo soterrado para con los artistas. A juzgar por la última serie de El Terrat, Drama, que es la primera abiertamente bilingüe que emite TV3 y por el escándalo generado, cualquiera diría que en Catalunya sólo se habla en catalán. Bajo el punto de vista de un autor, ¿qué mérito tiene que tu serie sea un éxito por esa misma razón? Es absurdo, completamente vacuo, hablar de una ficción audiovisual por el idioma en el que está escrito y hablado. Puede que vivamos en la única parte del mundo en la que se discuten esas cosas.

Pero la realidad es aplastante, se pongan como se pongan las directrices nacionalistas imperantes en las instituciones. En la calle se habla de todo, castellano, catalán, catañol, chino, árabe… La calle es variopinta, como el arte. Los pitbulls del català, encarnados en intelectuales cagones de la Plataforma per la Defensa de la Llengua y su nauseabundo Manifest Konié, la conselleria de cultura, la ANC, Òmnium Cultural, Súmate y muchos otros, viven absolutamente ajenos a la realidad, están enajenados, atrincherados en una idea de país exclusivo y clasista que repite los mismos vicios que el estado español. Una cultura sobre protegida es una cultura muerta. Un idioma normalizado es un idioma domesticado.

Volveré a los escenarios con un nuevo show, sin duda, y espero que sea pronto. Pero me temo que esta problemática irá creciendo pues está inoculada en buena parte de nuestra sociedad.

Si estáis en la calle, haced el favor de cerrar los ojos y escuchad la sonoridad del habla de la gente. ¿No es maravilloso? No permitamos que a nuestro arte se le pongan barreras, no somos borregos, somos seres de luz y oscuridad en toda su amplitud y vale la pena acercarnos los unos a los otros. Los prejuicios suelen estar diseñados por unos pocos que, normalmente, están cagados de miedo.

 

 

 

 

Post by admin_ivan

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